Mi hijo.
Permíteme susurrarte la canción de cuna que la tristeza ahogó en mi garganta cuando fui consciente de que no ibas a poder escucharla. Permíteme recordarte como algo pequeñito que fue capaz de poner patas arriba a un mundo al que ni siquiera habías llegado a conocer. Permíteme pensar en cómo hubieran sido tus primeros pasos, en el arco que hubiera formado tu risa, en cómo hubiera olido tu piel... En cómo serían tus manitas diminutas, y en lo imposible de soltarlas. Permíteme pensar en lo que daría ahora mismo por haber podido escucharte llorar al llegar a un mundo que no entenderías... Que ni yo misma entiendo. En lo que daría por ocupar las noches que hoy paso en vela, confusa y frustrada, acunándote entre mis brazos viéndote dormir. Creciendo contigo. Permíteme imaginarme enseñándote que el miedo convierte los caminos llanos en montañas, y que es algo que aprendí tarde. Hoy tu recuerdo imaginario me...